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El 'passatge del Crèdit'

El día a día nos hace movernos de un lugar a otro sin prestar atención por donde andas. Es así, es el ritmo de vida que llevamos. Desde que me propuse cambiar la forma en la que me desplazaba a los sitios, la visión de lo que me rodea es totalmente diferente: los lugares que pensaba que conocía se han convertido en nuevos desconocidos a descubrir.

Mi lema es claro: estar en el lugar, observarlo, fotografiarlo y, después, indagar sobre su historia. A veces voy sabiendo lo que encontraré, otras me pierdo por las calles sin prestar atención al reloj ni con el objetivo de llegar a un sitio en concreto. Fruto de esto, hace un tiempo descubrí el passatge del Crèdit.


Proyectado por el arquitecto Magí Rius i Mulet y promovido por la Societat Catalana General de Crèdit, este pasaje, que une el carrer Ferràn con la baixada de Sant Miquel, fue construido entre 1875 y 1879 en el espacio que antiguamente ocupaba el convent de l'Ensenyança (el convento de la Enseñanza). Ante todo destaca por el gran uso que se hizo del hierro como aspecto ornamental (símbolo de modernidad, entonces), aunque en cada una de las entradas aún existen unos maravillosos techos de madera con relieves lamentablemente desgastados por el tiempo. También salta a la vista la garita del portero - toda de hierro, claro -.

Detalle del techo de madera
Antaño fue un lugar con mucha actividad. En 1879, el ebanista, mueblista y decorador Francesc Vidal i Jevellí, abrió su tienda de decoración de interiores en el número 3 (algo nunca visto en la ciudad hasta entonces). Según el Diari de Barcelona (nº88 del 29 de marzo de 1879) se trataba de una tienda dedicada a la exposición, venta y construcción de objetos artísticos, un establecimiento semejante a los que existen en París, Roma, Londres. En los bajos de ese mismo número, en 1882, se fundó la orden de prensa del partido liberal conservador: el diario El Principado, dirigido por Carles Frontaure. En 1919, en el número 8 se instaló la Sociedad Anónima de Crédito y Fomento de Ahorros y, en el 1926, en el 5-7 se abrió el restaurante Cap-i-cúa. También fue muy famosa la tienda Gifré & Escoda.

Pero lo que me ha llevado a escribir este post, es que en el número 4 nació el pintor Joan Miró (1893), y así lo indica una placa. Como curiosidad, la suite 330 del Hotel Rialto corresponde al lugar exacto donde ocurrió el hecho.
Con el paso del tiempo el pasaje fue perdiendo toda vitalidad que le había caracterizado, y en la actualidad ha quedado reducido a unas galerías de arte y el restaurante La Cerería (antigua cerería). Aunque también os aseguro que no ha perdido su encanto.

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4 comentarios :

  1. Estuve en ese pasaje no hace mucho y es precioso, buen post Xavi.
    abrazos Mari Trini, para los amigos , tú ya lo eres besos

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  2. Madre mia lo que da de si! este no lo había leído :). A mi me llamó la atención tb de este lugar el grabado en hierro de Singer (las máquinas de coser) por mi otra afición, el patchwork. Tengo que mirar la relación...tantas cosas! Un beso!

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  3. Es convento que ocupaba no se llama así. Era el convento de la enseñanza...

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  4. ¡Toda la razón, David! Cambiado. ¡Muchas gracias!

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