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La naturaleza, el bien y el mal

En este post hago un alto en el camino; dejo de lado la masonería para adentrarme de lleno en la naturaleza. Y es que llevo un tiempo con la intención de escribir sobre algo que me impresionó en un reciente viaje a la península del Yucatán. Va sobre lo que conceptualmente denominamos el bien y el mal.

La eterna contraposición: luz y oscuridad, cielo e infierno, vida y muerte... Desde el inicio de los tiempos, cuando el ser humano adquirió su capacidad para pensar, los conceptos del bien y del mal siempre han estado presentes: los dioses castigaban o recompensaban en función de tus actos, al igual que las sociedades han marginado o apremiado a los individuos que la componen. Todo desde la subjetividad.
Estábamos visitando los restos arqueológicos de Cobá, cuando la guía nos señaló dos árboles: les presento a Caín y a Abel. Eran dos árboles de aspecto muy similar, de tronco más bien delgado y con apenas 1 metro de distancia el uno del otro. La corteza tenía indicios de haber sido dañada. Por favor, mantengan la distancia sobre este. No se acerquen (a Caín). Esto ya me resultó curioso. En el idioma maya los llamamos Chekén y Cheká (fonéticamente, no se si lo he escrito correctamente). La resina del primero en contacto con la piel produce quemaduras y la del segundo las cura. Actualmente están siendo estudiados, por eso ven que les faltan fragmentos de la corteza exterior. Sus raíces están unidas. Si cortan a uno el otro muere y viceversa. Realmente sorprendente - al menos para mí -. Este hecho añadido a algunas conversaciones con gente autóctona de estos parajes que nos explicaron que había un tratamiento eficaz para el colesterol con Sábila (Aloé Vera) o ciertas raíces para curar insuficiencias renales, me da bastante que pensar sobre los intereses de las farmacéuticas para controlar el sector de la salud a su favor.

1 comentario :

  1. Muy interesante, y me ha gustado mucho, hoy tengo un poco de tiempo y voy a ver todo tu blog, un abrazo Xavi

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